QUE PARTE DE TU CEREBRO PERCIBE LA MÚSICA

Estamos diseñados de forma tan curiosa que somos simétricos (o casi; en cualquier caso, estamos formados en efecto por dos mitades). También el cerebro se ve afectado por esta ley casi universal de simetría para los seres vivos (y para algunos cristales).
Lo curioso es que la mitad izquierda del cerebro controla y recibe información de la mitad derecha del cuerpo y viceversa. Es decir, las respectivas mitades de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro están “cruzadas”. Esta es otra ley general que se aplica a todas las criaturas con sistema nervioso: se trata de los famosos “hemisferios cerebrales”.
En realidad son casi como dos cerebros independientes, aunque de hecho siempre funcionan en forma coordinada.
En música se dan procesos muy curiosos, que envuelven primariamente uno u otro hemisferio, o los dos a la vez. Esto puede ocurrir en muchas combinaciones posibles y en forma simultánea. La complejidad del procesamiento que lleva a cabo un músico entrenado constituye un engranaje de procesos que permanece aún extremadamente confuso. Existe además una gran variedad de habilidades auditivas dentro de la población musical, así como de complejidad en las tareas que llevan a cabo los diferentes individuos envueltos en el fenómeno musical: intérprete con todas sus variedades, oyente, compositor, teórico, …
Otros problemas añadidos podrían ser causa del fracaso en hallar tales áreas, p.e., la escasez de estudios rigurosos en músicos que han sufrido daño cerebral, el fracaso en detectar tales casos (el paciente puede perder habilidades musicales que pasan desapercibidas salvo que afecten a su vida profesional), o el llamado “problema de la evaluación premórbida” (conocer el grado de competencia en cada una de las múltiples habilidades auditivo-analíticas que poseía el paciente antes del accidente). Por último, con toda probabilidad muchas personas diagnosticadas de afasia hayan perdido acaso también algún tipo de habilidad musical (aún básica como en las personas no-musicales), pues no pocas veces en la literatura se dan casos de afasias y amusias combinadas, pero incluso en nuestros días pocas veces son sometidos a controles de este tipo.
En las personas sin conocimientos de música, su HD es predominante en la percepción de material musical (básicamente melodías). En cambio en los músicos (que perciben tanto global como analíticamente y en todos los niveles de la estructura musical), lo es el HI. Para el ritmo, en cambio, parece ser este último el gestor principal (e.g. MAVLOV, 1980, CLYNES & WALKER, 1982).
Según qué tareas, la lateralización puede variar. Según el modo de presentación de los estímulos, también. Y, por supuesto, también según los sujetos. En los casos de los trastornos de la función musical (amusias) se da también una variada y curiosa fenomenología. En Música (como en Matemáticas)
es probable que estén involucradas extensas áreas corticales, o amplias redes distribuidas por todo el cerebro, y que no sea en absoluto tan sencillo localizar funciones y procesos como se han localizado en el caso del lenguaje.
Consideremos ahora el circuito auditivo general, modalidad sensorial común a ambos procesos comunicativos ó música y lenguaje ó (defínanse éstos en términos de la disciplina que se prefiera).
Cada cóclea se proyecta principalmente a su hemisferio contralateral, si bien una pequeña fracción de fibras ascienden de forma ipsilateral. De modo que las áreas auditivas primarias y secundarias (áreas 41 y 42 de Brodmann) están presentes por igual en ambos hemisferios, aunque cada una recibe la información de la cóclea del lado opuesto: el cuerpo calloso se encarga entonces de conectar ambos hemisferios y el cerebro integra ambas señales, proporcionándonos la experiencia auditiva.
La cuestión en este punto consiste en que en el córtex del HI se localizan varias áreas que no están presentes en el HD (o al menos no poseen las mismas funciones), áreas directa y específicamente implicadas en algunos aspectos del lenguaje; concretamente: en la comprensión (área de Wernicke o área 22 de Brodmann; sita en el lóbulo temporal superior y en el llamado córtex insular) y en la producción (área de Broca o áreas 44 y 45 de Brodmann; sita en la parte inferior del lóbulo frontal).
Las lesiones de estas mismas áreas en el HD no producen los déficits de lenguaje que se observan en el HI; dichas áreas no poseen, pues, la misma competencia lingüística, y decimos que la función del lenguaje está “lateralizada” al HI y que se localiza en las áreas citadas y en los circuitos que las subtienden.
En cambio, una competencia exclusiva del HD parece ser la entonación tanto del lenguaje hablado (prosodia
(10)) como del canto (diseño melódico). En sujetos a los que se inhibe uno de los hemisferios con amilobarbital sódico (test de Wada) con objeto de observar el funcionamiento aislado de cada uno de ellos, se dan fenómenos ciertamente curiosos. Por ejemplo, con el HI inhibido los sujetos no pueden expresarse verbalmente, pero pueden en cambio cantar canciones con letras; con el HD inhibido, suele ocurrir lo contrario (p.e. BOGEN & GORDON, 1971). En los pacientes afásicos se dan fenómenos similares: las lesiones del HD producen un habla monótona, sin inflexiones, conocida como “tipo robot”, pero sin otros déficits de lenguaje; las lesiones del HI dañan severamente el lenguaje, pero muchos pacientes siguen pudiendo cantar melodías incluso con letras.
En pacientes a los que se les ha seccionado el cuerpo calloso para el control de la epilepsia, sus hemisferios “aislados” se comportan en efecto como dos cerebros independientes, sólo que el izquierdo sabe hablar y el derecho no (ver, p.e. SPERRY, 1976).
Epílogo
Así pues, en la mayoría de las personas el HI controla casi todos los aspectos del lenguaje; y gran parte de los musicales (tanto perceptivos como de producción) en los músicos diestros. El HD controla los aspectos de la entonación en el canto y los de la prosodia del lenguaje; y en personas sin conocimientos musicales controla también la percepción global de material musical (contornos melódicos).
No obstante, se pueden hallar casos en la literatura que constituyan alguna excepción a estas reglas, si bien las causas pueden ser diversas ó desde una organización cerebral diferente (o cruzada), a déficits o patologías no localizados (p.e., ausencia de examen post-mortem), hasta la falta de un marco explicativo suficiente para interpretar los datos, o incluso una evaluación del paciente incompleta o inexistente. Existen casos de pacientes adultos en los que el HD ha re-aprendido las funciones lingüísticas perdidas después de la extirpación del HI. Igualmente, en edades muy tempranas en las que la plasticidad es considerablemente mayor, el HD ha asumido en ocasiones el control del lenguaje.
Resulta cuanto menos sorprendente que una serie de impulsos (primero mecánicos, más tarde eléctricos, y, al fin, bioquímicos y moleculares (glucosa, oxígeno, ATP) se traduzcan, si están correctamente “tratados”, en pensamientos e ideas, y en toda una fenomenología de estados mentales asociados con la conducta musical, que la psicología conductista (y en parte también la cognitivista) han tardado en reconocer: estados conocidos en todas las épocas y en todas las culturas, que no reflejan en última instancia sino estados también diversos de la Función Cerebral.
Siguen en pie cuestiones vitales para la comprensión de la mente humana, como p.e. el mecanismo del aprendizaje, aquél mediante el cual una información nueva se incorpora a una red de información pre-existente, siendo a su vez capaz de modificar a ésta última si su contenido semántico así lo requiere. Dicho de otro modo, ¿cómo pasan los recuerdos nuevos y recientes de la memoria de corto-plazo a un formato mucho más duradero ó la memoria de largo-plazo ó para con ello conseguir nuevos aprendizajes útiles y disponibles para eventuales nuevos problemas o situaciones a resolver?
Nos hallamos todavía ó a las puertas del 2000 ó en efecto lejos de encontrar o aislar el tan buscado engrama, el “esquema conceptual” o la “red de conceptos” (NOBAK & GOWIN), la “asamblea celular” (CALVIN), o el famoso “circuito” de los neurólogos. Es decir, de aquella configuración neuronal que nos permite rememorar una y otra vez y a voluntad, la misma cara, la misma melodía, los mismos sentimientos, las mismas palabras que oímos o que pronunciamos en cierta ocasión.
Existen ya infinidad de circuitos cartografiados (circuitos del tipo “origen-tipo de información-destino”) incluso en muchas especies, pero seguimos a oscuras respecto de a qué puede equivaler (en términos de actividad cerebral o de circuitos neuronales) p.e., el sabor a fresas, el tono de un atardercer, la idea de libertad, el estribillo de New York, New York, o siquiera el concepto “manzana”, por no mencionar el de “sinfonía”.




0 comentarios:

Publicar un comentario